La utopía según el escritor (P6)
No nos basta con concebir otro mundo posible, hay que
localizarlo. Las utopías, subgénero literario que existía antes incluso de ser
bautizados así por el humanista inglés Thomas More en 1516, han consistido en
la descripción de esos lugares, donde una sociedad alternativa, una sociedad
soñada o de pesadillas, podría ser proyectada. Contrariamente a lo que deja
entender la etimología, no se trata de “no lugar” u-topía absoluto sino que de
un lugar concreto que sabemos que existe, entonces podemos situar sus límites,
pero que la mirada de nuestro mundo, de nuestra civilización, no ha podido
llegar. Con More, por ejemplo, con el afán de preservar el misterio de
localización exacta de la isla, al personaje Raphael le da una tos, al momento
de dar la información que en ese momento era secreta. Esos artificios
narrativos aparecen seguido en las utopías, dónde sin embargo podemos tentar
una suerte de cartografía. Los autores de utopía no los han emplazado en
cualquier parte, siempre lo han dejado en las esquinas del mundo conocido. En
el tercer siglo antes de Jesucristo, Evhemero
de Mesenia sitúa su “Panacea” en
el océano indico. Después, Thomas More, utiliza la antigua isla ficticia de Abraxa, tomada prestada a Erasmo, el
campo geográfico de las utopías se encuentra progresivamente delimitado. Es con
Antonio de Guevara quién fija el límite norte, en 1527 en un corto pasaje del texto Reloj de príncipes, emplaza su relato
al otro lado de los montes Ripheos, en India. al sur, es Caplar Salama de Johann
Valentin Andreae, en Cristianopolis (1619),
que limita el campo de las utopías: ella la sitúa en el septentrión del Océano
Pacífico, al lado del Polo. está frontera del mundo conocido, del otro lado, dónde
podemos proyectar todas las posibilidades que exceden nuestra realidad y que la
reemplazan por otro mundo, se cierra un poco más cuándo Tommaso Campanella en
1623 planta su Ciudad Del Sol en la
actual Sri Lanka en pleno océano indico cuatro años más tarde, Francis
Bacon instala la Nueva Atlántida en
Salem una isla del Pacífico Norte, después James Harrington en 1656, describe
la República de Océana un poco más al
sur en el mismo océano. las tierras vírgenes, inexploradas, se han reducido
considerablemente.
En 1678, Denis Vairasse pudo situar Historia de Sevarambes en las tierras australes, Gabriel de Foigni habla por su parte abiertamente de la Australia en el escrito llamado Terre Australe Conuue (1676). Y después de eso se acabó.
¿Qué pasó después? el último lugar de los posibles de nuestro globo terrestre progresivamente se acabó, primero por los españoles qué cuadrillan en el Pacífico y aseguran la conexión entre las Filipinas y Chile, gracias al galeón Manila, después aventureros que lo suceden Guillermo el Gentil, George Anson entre otros. Ellos encuentran poco a poco el continente austral dónde todos los sabios predicen la existencia, desde Ptolomeo en el S II AC para asegurar un contrapeso necesario a la masa de tierra del hemisferio norte, James Cook completa la exploración de las islas australes a la segunda mitad del siglo XVIII, la Australia se convierte en una colonia penitenciaria, es el fin de la fantasía austral para los anglosajones. Desde allí no quedan más qué pequeños sitios en el mapa sin explorar por el hombre blanco: el Polo Sur, el corazón de áfrica negra. Simon Burlington citó en sus memorias de 1753 una de las últimas utopias clásicas en Mezzoriana en el centro de África, al tiempo que Sade reúne simbólicamente en Alina y Valcour de 1795 los últimos vacíos de su mapa Butua, reino de africa central y Tamoa, isla del Pacífico sur. Es el término de la proyección fantasiosa de las utopías sobre la tierra, el planeta es circunscrito y cartografiado. ¿Dónde proyectar los posibles? dónde disponer los mundos, las sociedades imaginarias, ¿el excedente de la realidad?
No conseguimos utopías que a condición de situarlas. Una vez el espacio terrestre fue cercado, las utopías migraron en dos direcciones: algunas se fueron al espacio, y esto fue la edad de oro de la ciencia ficción, han habido representaciones maravillosas de civilizaciones en otros planetas, las otras historias se fueron a los ángulos muertos de las zonas claramente cartografiadas de nuestra tierra, las zonas en fricción, la periferia, el inframundo entre el campo y la ciudad, a los limbos virtuales de Internet.
Antiguamente, las utopías nacian al otro lado del mundo conocido, hoy en día las visiones utópicas grandiosas se fueron al espacio y las pequeñas utopías se escaparon en las intersecciones de las partes bien cartografiadas expuestas a la mirada de todos, de nuestro mundo conocido.
En 1678, Denis Vairasse pudo situar Historia de Sevarambes en las tierras australes, Gabriel de Foigni habla por su parte abiertamente de la Australia en el escrito llamado Terre Australe Conuue (1676). Y después de eso se acabó.
¿Qué pasó después? el último lugar de los posibles de nuestro globo terrestre progresivamente se acabó, primero por los españoles qué cuadrillan en el Pacífico y aseguran la conexión entre las Filipinas y Chile, gracias al galeón Manila, después aventureros que lo suceden Guillermo el Gentil, George Anson entre otros. Ellos encuentran poco a poco el continente austral dónde todos los sabios predicen la existencia, desde Ptolomeo en el S II AC para asegurar un contrapeso necesario a la masa de tierra del hemisferio norte, James Cook completa la exploración de las islas australes a la segunda mitad del siglo XVIII, la Australia se convierte en una colonia penitenciaria, es el fin de la fantasía austral para los anglosajones. Desde allí no quedan más qué pequeños sitios en el mapa sin explorar por el hombre blanco: el Polo Sur, el corazón de áfrica negra. Simon Burlington citó en sus memorias de 1753 una de las últimas utopias clásicas en Mezzoriana en el centro de África, al tiempo que Sade reúne simbólicamente en Alina y Valcour de 1795 los últimos vacíos de su mapa Butua, reino de africa central y Tamoa, isla del Pacífico sur. Es el término de la proyección fantasiosa de las utopías sobre la tierra, el planeta es circunscrito y cartografiado. ¿Dónde proyectar los posibles? dónde disponer los mundos, las sociedades imaginarias, ¿el excedente de la realidad?
No conseguimos utopías que a condición de situarlas. Una vez el espacio terrestre fue cercado, las utopías migraron en dos direcciones: algunas se fueron al espacio, y esto fue la edad de oro de la ciencia ficción, han habido representaciones maravillosas de civilizaciones en otros planetas, las otras historias se fueron a los ángulos muertos de las zonas claramente cartografiadas de nuestra tierra, las zonas en fricción, la periferia, el inframundo entre el campo y la ciudad, a los limbos virtuales de Internet.
Antiguamente, las utopías nacian al otro lado del mundo conocido, hoy en día las visiones utópicas grandiosas se fueron al espacio y las pequeñas utopías se escaparon en las intersecciones de las partes bien cartografiadas expuestas a la mirada de todos, de nuestro mundo conocido.
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